Hay
dentro de nosotros mismos una parte oculta de nuestro Ego
que nunca se ve a simple vista. Así como la Luna tiene
dos aspectos, uno que se ve y aquel lado oculto, así
también hay en nosotros un lado oculto que nunca vemos.
Ante todo quiero que entiendan ustedes que así como
hay una Luna física que nos ilumina, existe también
la luna psicológica. Esa luna psicológica la
cargamos muy dentro, es el Ego, el "yo", el mí
mismo, el sí mismo.
El
lado visible, todo el mundo con un poquito de observación
lo ve. Pero hay un lado invisible en nuestra luna psicológica
que a simple vista no se ve. La Conciencia, desafortunadamente,
no ha iluminado esa parte oculta de nuestra propia luna interior.
Realmente nosotros vivimos en una pequeña zona de nuestra
Conciencia, nosotros nos hemos forjado un retrato de nosotros
mismos, mas un retrato no es la totalidad.
Cuando
logremos que la Conciencia penetre como un rayo de luz en
ese lado invisible, que no se ve, en ese lado oculto de nosotros
mismos, lo que de nosotros ignoramos es muchísimo.
El
lado oculto que desconocemos suele ser muy profundo, pero
necesitamos conocerlo, y sólo podremos conocerlo proyectando
la luz de la Conciencia sobre ese lado oculto. Y es importante
ese lado oculto, es precisamente en ese lado donde están
todas las causas de nuestros errores, las innumerables reacciones
mecánicas, las antipatías mecánicas,
nuestras mezquindades, etc.
En
tanto nosotros no hayamos iluminado ese lado oculto con los
rayos de la Conciencia, obviamente estaremos muy mal relacionados,
no solamente consigo mismos, sino también con los demás.
Cuando
uno ilumina ese lado de su luna psicológica con los
rayos de la Conciencia, conoce sus errores, entonces sabe
ver a los demás; pero cuando uno no ilumina con su
Conciencia ese lado oculto de sí mismo, comete el error
de proyectarlo sobre la gente que nos rodea y eso es gravísimo.
Proyectamos
sobre las gentes todos nuestros defectos psicológicos,
y si somos mezquinos, a todos los veremos mezquinos; y si
estamos llenos de odio, a todos los veremos en esa forma;
y si somos envidiosos, creeremos que los otros son también
envidiosos; y si somos violentos y no sabemos comprender la
violencia ajena, creemos que sólo nosotros tenemos
la razón y que los demás no la tienen.
Cuando
sentimos antipatía por alguien, es claro que allí
está precisamente el "quid" de la cuestión,
aquí está precisamente el defecto que interiormente
llevamos y que lo estamos proyectando sobre ese alguien. ¿Por
qué nos causa antipatía tal o cual persona?
¿Por qué le vemos este aquel defecto que nos
molesta tanto? Aunque parezca increíble, aunque no
lo admitamos, aunque rechacemos, la verdad es que ese defecto
lo tenemos adentro y lo estamos proyectando sobre el prójimo.
Cuando
uno comprende, entonces se propone disolver el elemento que
ha descubierto, y si uno ve que el prójimo tiene tal
o cual defecto, seguro es que del lado oculto que uno no ve,
el lado oculto de uno mismo, está el defecto en cuestión.
Así
pues, es lamentable que nosotros estemos tan mal relacionados
con la gente. Desgraciadamente, como quiera que estamos nosotros
mal relacionados con nosotros mismos, pues tenemos que estarlo
con los demás. Si sabemos relacionarnos con sigo mismos,
sabremos también relacionarnos con los demás
-eso es obvio-, a medida que avanza uno en esto, dándose
cuenta de cuán equivocado anda por el camino de la
vida.
Protesta
uno porque otros no son cuidadosos y uno sí lo es;
creemos que los demás andan mal porque no son cuidadosos,
cree uno que sí es cuidadoso y se molesta contra alguien
porque no lo es.
Si
uno observa en detalle verá que ese que no es cuidadoso,
ese defecto que ve uno en otro, lo tiene muy sobrado en sí
mismo, en el lado desconocido de sí mismo. El que se
crea muy cuidadoso, puede suceder -y es verdad, sucede- que
no es tan cuidadoso como cree y sí hay desorden dentro
de sí mismo que ignora y no acepta, y no cree ni entiende.
Vale
la pena conocer uno ese lado desconocido de sí mismo.
Cuando uno de verdad proyecta la luz de la Conciencia sobre
ese lado de sí mismo desconocido, cambia totalmente.
Descubrir
uno que es violento, por ejemplo, entonces aprende a tolerar
la violencia de los demás. Se dice a sí mismo:
"yo soy violento". Entonces ¿por qué
critico a aquel que es violento, si yo lo soy? Cuando uno
comprende realmente que es injusto consigo mismo, que carga
la injusticia en sí mismo, aprende a tolerar la injusticia
de los otros.
Se
nos ha dicho en la Gnosis que "debemos aprender a recibir
con agrado las manifestaciones desagradables de nuestros semejantes",
más no podría uno llegar de verdad a recibir
con agrado las manifestaciones desagradables de nuestros semejantes,
si no acepta sus propias manifestaciones desagradables, si
no las conoce, y para conocerlas debe lanzar un rayo de luz
sobre ese lado oscuro de sí mismo. Obviamente, en ese
lado que no ve están en verdad las manifestaciones
desagradables que interiormente carga y que proyecta sobre
los demás. Así que cuando uno conoce sus propias
manifestaciones desagradables, pues aprende a tolerar las
manifestaciones desagradables del prójimo.
Obviamente,
para poder cristalizar uno en sí mismo al Cristo Cósmico,
necesita inevitablemente de aprender a recibir con agrado
las manifestaciones desagradables de los demás. Así,
poco a poco, va cristalizando en de sí mismo al Señor
de Perfección. Así pues que, hay que entender
que el Señor de Perfección solamente cristaliza
en nosotros a través del Santo Negar.
Hay
tres fuerzas en nosotros muy importantes: la primera es el
Santo Afirmar; la segunda el Santo Negar y la tercera el Santo
Conciliar.
Para
cristalizar por ejemplo el Santo Conciliar -la tercera fuerza,
la del Espíritu Santo, la fuerza neutra-, necesita
transmutar la energía creadora y al fin esa fuerza
maravillosa viene a cristalizar en los Cuerpos Existenciales
Superiores del Ser. Para cristalizar en sí mismo la
segunda fuerza, la del Señor de Perfección,
la del Bendito, la de nuestro Señor el Cristo, se necesita
inevitablemente aprender a recibir con agrado las manifestaciones
desagradables de nuestros semejantes. Y para cristalizar en
sí mismo la primera fuerza, la del Padre, el Santo
Afirmar, se necesita saber obedecer al Padre, así en
los Cielos como en la Tierra.
El
Sagrado Sol Absoluto, del cual dimana toda vida, quiere cristalizar
en cada uno de nosotros esas tres fuerzas primarias de la
Naturaleza y del Cosmos: Santo Afirmar, Santo Negar y Santo
Conciliar.
Concretándonos
nuevamente en la cuestión -del Santo Negar, es decir
del Cristo-, necesitamos negarnos a sí mismos, repito,
aprender a recibir con agrado las manifestaciones desagradables
de nuestros semejantes. Mas ¿cómo podríamos
nosotros recibir con agrado las manifestaciones desagradables
del prójimo, si uno antes no ha conocido sus propias
manifestaciones desagradables? Si por ejemplo tenemos ira
-sabemos que la tenemos-, si nos hemos hecho conscientes de
que somos "berrinchudos, geniosos, enojones", iracundos,
furiosos; pues es claro, estando bien conscientes de ello,
tendemos a dispensar esos mismos errores en los demás
y como consecuencia nos relacionaremos mejor con el prójimo.
Si
estamos llenos de envidia y reconocemos que la tenemos, que
la cargamos en el lado oculto de nuestra luna psicológica,
aprendemos a perdonar las manifestaciones desagradables de
la envidia, tal como existen en otras personas.
Si
estamos llenos de orgullo, si sabemos que lo tenemos, sabemos
que somos orgullosos, que estamos engreídos y reconocemos
que lo somos, entonces aprendemos a mirar pues, a los orgullosos
con más comprensión. Ya no nos atreveremos a
criticarlos; sabemos que dentro cargamos esos mismos defectos.
Si
un hombre se siente honrado, si se siente incapaz de mentir,
de pronto sucede que le ofenden diciéndole: ¡mentiroso!
Obviamente si ha aceptado que en el lado oculto de su luna
psicológica, en ese lado que no se ve, en el lado oculto
de sí mismo, existe todavía la mentira de forma
inconsciente, no se sentirá ofendido cuando se le diga
mentiroso, sabrá ser tolerante con el prójimo.
Muchos
podrán creerse muy liberales en su forma de ser, muy
justos, más si de pronto hay alguien que les dice que
no lo son, que no son tan liberales ni tan justos, podrían
ofenderse porque ellos se sienten siendo justos y liberales.
Mas si ellos han aprendido a proyectar antes previamente,
su Conciencia sobre el lado oculto de sí mismos, sobre
ese lado oculto que jamás se ve, entonces vienen a
reconocer por sí mismos, directamente, que no son tan
justos ni tal liberales como pensaban. En el fondo de ellos
hay injusticia e intolerancia, etc. Cuando alguien intente
herirlos en ese sentido, no se hieren, porque saben que les
están diciendo la verdad.
Así
pues, resulta muy importante mirar ese lado oculto de sí
mismo, ese lado que no se ve, en ese lado está la crítica,
la censura. En nosotros hay algo que censura, algo que critica,
en la parte oculta de nosotros mismos está la censura,
está la crítica ¿Por qué censuramos
a los demás, por qué los criticamos? ¿Que
es lo que estamos criticando a los demás, tal o cual
defecto? Seamos sinceros, mirémonos hacia adentro,
auto-exploremonos, iluminemos esa parte oculta de nuestra
propia psiquis, esa parte que nos se ve y veremos que los
defectos que a otros estamos criticando, los tenemos muy dentro
en sí mismos. Entonces cuando eso sea, dejaremos de
criticar. La censura, la crítica, se debe precisamente
a la falta de comprensión. ¿Qué censuramos
en otros, qué criticamos a otros? Bueno sí,
nuestros propios defectos, eso es lo que estamos criticando,
como los proyectamos.
Triste
es saber que nosotros proyectamos nuestros defectos psicológicos
sobre los demás, triste es saber que los vemos tal
como somos nosotros, que vemos al prójimo como somos
nosotros, esto es algo que hay que entenderlo. Todos tenemos
una tendencia a creemos perfectos. Nunca se nos ha ocurrido
mirar esa parte de la luna -de nuestra luna psicológica
-, esa parte que no se ve, jamás.
Ha
llegado la hora pues de autoexplorarnos seriamente para conocernos
de verdad. Cuando uno de verdad, iluminando pues la parte
oculta de sí mismo, el lado invisible que lleva en
su interior, descubre con horror factores psicológicos
que en modo alguno aceptaría tener, factores que rechazaría
de inmediato, factores que cree no tener.
A
un hombre honrado, por ejemplo, se le diga: ¡ladrón!,
es una ofensa. ¿Por qué se ofendería
un hombre honrado si le dice ladrón? El Ego inmediatamente
tiene la tendencia a decir, porque se le ha calificado mal;
aún más, el ofendido podría apelar a
la violencia para tratar de justificarse. El hecho mismo de
que un hombre honrado se ofenda cuando le dice ladrón,
demuestra que no es honrado. Ahí esta el "quid"
de la cuestión.
Si
de verdad fuera honrado no se ofendería aunque le digan
ladrón, si se ofende no es honrado. Si ese hombre -por
ejemplo-, iluminara con su propia luz de la Conciencia esa
parte de sí mismo que no se ve, esa parte oculta de
nuestra luna psicológica, con horror descubriría
lo que no quiso aceptar: descubriría "yoes"
del robo, ladrones. ¡Qué horror, imposible! Pero
así es. En nosotros hay factores que ni remotamente
sospechamos, que rechazamos, que de ninguna manera aceptamos
y nos horrorizan y sin embargo en el fondo los tenemos; ¡horrendo
es, pero así es!
Yo
mismo, cuando estaba en el trabajo de la disolución
del "yo" en el Mundo de las Causas Naturales, fui
sorprendido. Nunca pensé que tuviera dentro de mi interior
"yoes" del robo, y encontré toda una legión
de "yoes" ladrones. "Imposible, -dije- yo nunca
le robo a nadie ni cinco centavos. ¿Cómo va
a ser posible que aparezcan "yoes" del robo allá
adentro?" Pues imposible o no imposible, aunque rechazara,
ahí estaban; me gustara o no me gustara, ahí
estaban.
Les
advierto que en el terreno de la vida práctica alguien
podría dejar aquí en este lugar un tesoro de
oro puro, yo no sacaría ni una sola moneda, aunque
dicho está: "en el arca abierta hasta el más
justo peca". Pero por ese lado estoy seguro de no fallar,
que ni dejándome oro en polvo me sacaría yo
pues, ni un miligramo de aquel oro. Sin embargo, con cuánto
dolor descubrí que allá en el fondo existían
"yoes" del robo.
Cuando
los observaba con el sentido de auto-observación psicológica,
los veía huyendo; el ladrón que roba y huye
despavorido, horribles caras de robo. Quedé horrorizado,
sí, de mí mismo, pero no tengo ningún
inconveniente en confesarlo, porque si no lo confesara todavía
sería señal de que todavía estarían
vivos esos "yoes" allá, adentro. Porque el
hipócrita tiene la tendencia de ocultar sus propios
defectos. Así pues que, no tengo ningún inconveniente
en confesarlo que tenía esa clase de "yoes";
aun llevando una vida honrada los tenía. Aun pagando
las deudas ajenas los tenía, ¿qué me
tocó? Desintegrarlos, reducirlos a polvareda cósmica
y eso me causó horror.
Sí
hermanos, dentro de uno, en su interior, en ese lado oculto
que no ve de sí mismo, lleva monstruosidades inenarrables,
indescriptibles. Alguien se lava las manos diciendo: "no,
yo soy hombre bueno, yo a nadie le robo jamás ni cinco
centavos, he hecho muchas obras de caridad, soy buen esposo,
buen padre de familia, buen hijo, no mato, no robo, no le
quito la mujer al prójimo, entonces yo soy un santo...".
Esos que hablan así son candidatos seguros para el
Abismo y la Muerte Segunda, son casos perdidos. Ninguno de
nosotros se crea santo, porque en el lado oculto de sí
mismo, en ese lado que no ve, carga monstruosidades inenarrables,
horribles, que ni remotamente sospecha. Desgraciadamente la
gente -como le he dicho a ustedes- no vive sino en una pequeña
parte de sí misma. No ve la totalidad del cuadro, solamente
ve un rincón del mismo y se ha forjado cada cual sobre
sí mismo un retrato: el retrato del hombre honorable,
el retrato del la dama virtuosa -aunque no lo sea-, el retrato
del caballero caritativo, etc.
De
acuerdo con ese retrato condiciona su existencia y de allí
acciona y reacciona incesantemente. Allí están
todas sus mezquindades, críticas o sus censuras, pero
él se cree perfecto. Bien vale la pena reflexionar
un poco en estas cosas, en ese lado oculto de sí mismo,
tener el valor de verlo. Todo el mundo lo sospecha, pero nadie
se atreve a ver de verdad cara a cara a ese lado oculto de
sí mismo donde están precisamente los factores
que producen discordia en el mundo, donde está la censura
y la crítica, donde está la violencia, donde
está la envidia, etc.
La
envidia -por ejemplo-, convertida dijéramos en la mecánica
de esta civilización, en el factor básico de
la acción, cuan lamentable es eso. Si alguien tiene
un "carrito" y de pronto ve que otro pasó
con un "carro" más hermoso, un flamante automóvil
y dice: "hombre, yo tengo ganas de mejorar un poco, voy
a ver como me consigo un carrito mejor". Mas no se le
ocurre saber ¿por qué anhela un "carrito"
mejor? Muchas veces puede suceder que el "carrito"
que está usando le está sirviendo, ¿por
qué anheló otro mejor? Sencillamente por envidia.
Esa envidia está allá en el lado oculto que
no se ve, en el lado oculto de nuestra propia luna psicológica,
allí está.
Obviamente
se ha convertido, repito, la envidia en el resorte secreto
de la acción y eso es realmente lamentable. Cuando
vayamos progresando en la auto-exploración psicológica
nos iremos haciendo cada vez más conscientes de sí
mismos y eso es lo mejor. Ha llegado la hora de entender que
los errores que en otros vemos los cargamos adentro nosotros.
Ha
llegado la hora de entender que en tanto nosotros no conozcamos
ese lado oculto de sí mismos, estaremos mal relacionados
con el prójimo. Es necesario aprender a relacionarnos
mejor consigo mismos para poder relacionarnos mejor con los
demás. ¿Cómo podríamos relacionarnos
bien con el prójimo cuando ni siquiera nos hemos relacionado
bien consigo mismos?
No
solamente debemos pensar en la luna ésta, física,
-repito- sino en la luna psicológica que interiormente
cargamos, que es la más interesante. Allí los
otros "yoes" de una monstruosidad terrible, están
el lado oculto que no vemos. Esas visiones que el Dante viera
en su Divina Comedia, "garras y aletas horribles, dientes,
pezuñas, monstruosidades y monstruos", que existen
en el lado oculto de nosotros mismos, en ese lado que no vemos.
Mas
en el trabajo sobre sí mismos hay pasos muy difíciles.
Sucede que cuando trabajamos sobre sí mismos, cambiamos,
obviamente. Si cambiamos somos mal interpretados por nuestros
semejantes. Sucede que nuestros semejantes no quieren cambiar,
ellos viven embotellados en el tiempo; son el resultado de
muchos ayeres y si nosotros cambiamos, ellos gritan y protestan
y nos juzgan equivocadamente. Todo esto debe saberlo el estudiante
gnóstico.
En
el mundo se han escrito muchos códigos de moral, mas
¿qué cosa es la moral? ¿Servirá
acaso para la disolución del "yo"? ¿Podrá
iluminarnos ese lado oscuro de sí mismos, ese lado
que no se ve? ¿Podrá conducirnos a la santificación,
o qué? Nada de eso. La moral es hija de las costumbres,
del lugar y de la época. Lo que en un lugar es moral,
en otro lugar es inmoral. Lo que en una época fue moral,
en otra época dejó de serlo. Así pues
que, ¿en qué quedamos? ¿En qué
queda la moral?
En
la China antigua, matar a su padre era justo cuando ya estaba
demasiado anciano e incapaz de bastarse a sí mismo.
¿Aquí qué diríamos nosotros de
un hombre mata a su padre? Parricida, ¿verdad? Así
pues, la moral es esclava del lugar, de las costumbres y de
la época, repito. Entonces, ¿de qué sirven
los códigos de moral que en el mundo se han escrito?
¿De qué sirven tan brillantes códigos?
¿Podrían ellos disolver el "yo"? ¿Podrían
iluminar la cara oculta de nuestra luna psicológica?
Nada de eso, no sirven; en el camino éste de la disolución
del "yo" a simple vista pareceríamos inmorales.
¿Qué clase de moral necesitamos entonces seguir?
¿Cuál, si no sirven los códigos? ¿Entonces
qué?
Hay
un tipo de "ética" que ustedes no lo conocen.
Algunos lo conocen en los Himalayas. Me refiero a ese tipo
de conducta recta de la Naturaleza. A esa ética que
los tibetanos un día condensaron en los Paramitas.
Lástima que los Paramitas no estuvieran traducidos
pues, al lenguaje occidental. Los he buscado y no los he hallado.
Es el tipo de ética real, pero ¿quién
la entiende? Tal vez ustedes los entendieran, tal vez no.
Si
ustedes cambian, puede suceder que la gente se vuelva contra
de ustedes. Si alguien de ustedes cambia puede suceder que
todos los hermanos que aquí están, lo estén
calificando entonces mal, lo estemos señalando como
inmoral, malvado: "vean lo que ha hecho, lo que está
haciendo". Es decir, surge la censura y es que las gentes
quieren que el iniciado permanezca embotellado en el pasado.
De ninguna manera quieren que el iniciado surja a lo nuevo,
que cambie. Cuando el iniciado cambia es mal interpretado,
juzgado equivocadamente.
Así
que el Ego es tiempo y el Ego ajeno no puede tolerar que alguien
se salga del tiempo, no lo perdonan de ninguna manera. A mí
me "corrieron" de mi propia casa paterna porque
resolví cambiar, me tenían demasiado atormentado
con su "mochismo". La férula de los profesores
llovía sobre mí incesantemente, los jalones
de orejas, los golpes en la cabeza, porque no dominaba aquellas
materias que para ellos eran muy fundamentales -cosas allá
de los Egos-, pero que para ellos son fáciles y se
enorgullecen de tener esas cosas, además.
Me
"corrieron" de mi propia casa paterna, me "corrieron"
de la escuela y me "corrieron" de todas partes.
Conclusión: yo era una calamidad, sencillamente porque
estaba cambiando. Yo no quería seguir metido en el
tiempo, entonces se me endilgaban toda clase de barbaridades,
se me condenaba como hereje, malvado, terrible. Hasta me perseguía
para darme muerte: enemigo número uno de la religión
ortodoxa. Conclusión: me coloqué, como dice
un dicho por ahí, "fuera de onda". No podían
perdonarme que me saliera pues, del "jacal" y no
perdonaron.
Aquí
mismo estamos todos reunidos, si uno de ustedes cambia, puede
estar seguros de que todos los demás le criticarán
y estamos aquí en pleno lumisial. Queremos que hasta
el mismo Maestro camine de acuerdo con ciertas normas preestablecidas
en el tiempo. Yo les aseguro que ustedes no mirarían
con agrado que yo me les saliera de sus normas. Ustedes tienen
sus normas y si yo me salgo de esas normas, entonces ¿qué?
Ya no mirarían con agrado eso. Posiblemente dirían
"vean, vean lo que está haciendo, ¿pero
esto que está haciendo y es un Maestro? ¡Imposible,
eso no es un Maestro!".
¿Por
qué? Porque me salí del "jacal", porque
no quiero seguir metido en sus normas. Porque no quise seguir
embotellado en el tiempo. Porque no quise seguir encerrado
en sus códigos de moral. Porque aunque parezca increíble,
cada uno de ustedes sigue determinados códigos de moral.
Algunos de ustedes seguirán los diez mandamientos que
ya están estipulados y de ahí no se salen ni
a cañonazos. Otros de ustedes siguen normas más
o menos preestablecidas por sus familias en el tiempo. Algunos
de ustedes siguen determinadas reglas de conducta que aprendieron
pues, en distintas escuelas psudo-esotéricas o pseudo-ocultistas,
que oyeron de sus preceptores religiosos.
Cuando
alguien se sale, cuando alguien no se comporta de acuerdo
con esas normas que ustedes tienen establecidas en sus mentes,
ese alguien para ustedes es un indigno, un infame, es un malvado.
Vean ustedes cuán difícil es pues, llegar uno
a la Auto-Realización Intima del Ser. A medida que
uno se auto-observa psicológicamente, va eliminando
precisamente esa cara oculta que no ve, va conociendo que
en su intimidad hay factores que ignoraba, crímenes
que ni remotamente sospecha.
Conforme
disuelve tales factores, se verifican cambios psicológicos
que obviamente se reflejan sobre sus semejantes, esos cambios
son mal interpretados por el prójimo. De ninguna manera
el prójimo puede aceptar que alguien no se comporte
de acuerdo con las normas establecidas, de acuerdo con los
códigos ya escritos, de acuerdo con los principios
sustentados.
Resulta
que en el Trabajo, muchas veces tenemos que volvernos inmorales.
Cuando hablo de "inmorales" hay que saber entender
esto, ponerlo entre comillas y subrayado. Me estoy refiriendo,
no estoy citando esta palabra en la forma que ustedes la están
entendiendo, en la forma negativa. Quiero únicamente
aclarar: cito esta palabra en el sentido edificante o dignificante,
en el sentido positivo, constructivo, en el sentido de que
hay la necesidad de evitar los códigos caducos, de
cierta moralidad sin basamento sólido.
Tengo
que llamar la atención a A., porque ha llegado al final
de la clase y eso no está correcto, eso no está
correcto, has hecho un escándalo, hay que llegar siempre
temprano, a la hora que empezamos; empezamos a las 9 de la
noche, a esa hora.
Bueno
mis queridos hermanos, llegamos pues a la conclusión
de que la vía suele ser difícil, el camino angosto,
estrecho. De lado y lado hay horrendos precipicios, subidas
maravillosas, bajadas horribles.
Caminos,
suelen salir muchos, algunos lo conducen a uno al dominio
de determinadas zonas del Universo; es decir, le convierten
de hecho en un Deiduso o Cosmocrator, para hablar esta vez
en el sentido indostánico...
Otros
lo llevan a determinados paraísos; caemos, nos traen
de nuevo a los sufrimientos de la tierra; los otros al Abismo
y a la Muerte Segunda. Hay sendas que se escapan al camino
central con apariencias maravillosas de santidad, pero que
conducen al Abismo y a la Muerte Segunda. Es difícil
no perderse, lo normal es que se pierdan muchas veces por
atenerse a un código de moral establecido, se pierden,
caen en el Abismo de perdición.
Entonces
qué, ¿cómo hacer? Auto-observarse psicológicamente
en forma incesante y antes de censurar a otros censurarse
a sí mismos. Y antes de ser violentos con otros, autoexplorarse
para conocer su propia violencia, su violencia íntima,
aunque la rechace y piense que no la carga.
...si
la gente viviera en una forma más consciente, todo
sería diferente. Desgraciadamente nosotros, como lo
hemos repetido tanto esta noche, nos hemos formado muchos
retratos sobre sí mismos, porque sólo vivimos
en una pequeña parte de sí mismos. Cuando proyectamos
nuestra Conciencia sobre esa parte que no se ve, los retratos
aquellos dejan de ser alimentados y se vuelven polvareda cósmica,
entonces todo cambia; necesitamos cambiar. Qué pequeños
y deformes retratos nos hemos forjado de sí mismos,
qué mezquinos y cuán lejos están esos
retratos de lo que realmente somos, desgraciadamente.
Estaba
pensando aquí en voz alta, y ustedes están formando
parte de mis propias reflexiones. Cuán mezquinos somos
y sin embargo ni remotamente sospechamos que somos mezquinos,
que en el lado oculto de sí mismos cargamos la mezquindad.
A
veces pensamos que si estos grupos esotéricos gnósticos
caminaran mejor, seríamos más felices. Parece
como que reclamamos un mundo ideal para trabajar. Si fuéramos
a las montañas, o a los valles más profundos,
creeríamos que así caminaríamos mejor.
Más ¿de qué sirve encerrarse en una cueva
cuando dentro de sí mismos cargamos todos los factores
que producen envidia, lujuria, odio, etc., etc.? Los aquí
presentes no somos unas mansas ovejas, porque perfecto solamente
ahí está el Padre, nosotros no somos perfectos,
eso es obvio.
Aquí
veo un pequeño grupo de hermanos reunidos; ¿están
seguros los aquí presentes de constituir precisamente
un núcleo de fraternidad y de amor y de belleza? ¿Nunca
nadie de los aquí presentes ha criticado a nadie? ¿Y
cuando están en plena asamblea se han tratado siempre
con un amor nunca visto? ¿Jamás han disputado
entre sí? Cada uno ¿cómo ve a cada uno?
Creo que no se ven muy bien.
Aquí
están todos reunidos como santitos, sí, así
es, pero en el fondo ustedes saben que hay envidias, disputas,
odios, críticas malsanas, etc., etc., etc., lo saben,
sí. Sin embargo cada cual ve el error en los demás,
pero no lo ve en sí mismo; a nadie se le ocurre que
el error que está viendo en los otros lo carga dentro
de sí mismo, eso no se le ocurre. Son pocos los hermanos
que saben reflexionar en estas cosas, son pocos los que saben
entender. ¿Por qué quisiéramos nosotros
algo ideal, un mundo ideal donde nadie se odiara, donde todos
fueran hermanos, donde todos se dedicaran únicamente
al saber y al amor? ¿Por qué? ¿Hay razón
para desear eso? En verdad que no la hay.
Aunque
un grupo esté de 3ª Cámara, viene a simbolizar
o a representar precisamente a la vida allá, a la vida
que está fuera de esta Cámara. Ustedes saben
que la vida, el tren de vida, la humanidad en conjunto está
llena de terribles defectos.
Ustedes
saben que esa multitud amorfa que abunda por ahí, está
llena de ira, de codicia, de lujuria, de envidia, orgullo,
pereza y gula, etc., etc., etc. No es ideal verdad, no, no
lo es. Entones este pequeño grupo, ¿por qué
este pequeño grupo queremos que sea ideal? Este pequeño
grupo representa a esa humanidad, a ese montón, a esos
millones de personas que hay en el mundo. Aquí está
ese pequeño grupo con esos mismos errores que tienen
las multitudes; entonces en este pequeño grupo hay
una escuela maravillosa, hay un gimnasio formidable, así
con sus defectos, así como están, este es un
gimnasio psicológico magnífico.
Que
el hermano tal dijo algo al hermano tal, bueno, el que dijo,
en lugar de decirlo debe investigarse a sí mismo, mirar
esa parte oculta de sí mismo, esa parte que no se ve,
a ver ¿por qué lo dijo? ¿Por qué
censuró al prójimo? Que la hermanita tal dijo
algo de la otra hermanita zutana, bueno, en lugar de estar
criticando esa hermanita, autoexplorese para ver esa parte
de la luna que no se ve, y a buen seguro que el error que
está viendo a la otra hermanita, seguro lo carga en
esa parte oculta de sí misma, en la parte que no se
ve. Si eso lo sabemos aprovechar, precisamente los propios
defectos psicológicos de nuestros hermanos, si en vez
de estarlos criticando, los aprovechamos para el autodescubrimiento
de sí mismo, pues tendremos entonces que este pequeño
grupo es una escuela maravillosa, extraordinaria.
Aquí
está representada toda la humanidad, en este pequeño
grupo hay allí un gimnasio precioso, necesario para
el autodescubrimiento, hay que aprovecharlo. Si este pequeño
grupo fuera de perfectos, entonces no habría necesidad
de que existiera ese grupo, ¿para qué? Si todos
llegaron a la perfección, ¿para qué formar
este grupo?
Este
grupo existe porque no somos perfectos, por eso existe. Si
fuéramos perfectos este grupo no existiría.
Los errores de nosotros, los errores de todos los hermanos
sumados entre sí son los errores de la humanidad. Aquí
está tipificada, ejemplarizada, esta es una muestra
de lo que es la humanidad; pues aprovechemos esta muestra,
aprovechemos esta escuela, y en vez de censurar a nuestros
hermanos, censurémonos a sí mismos. El error
que en otro veamos, debe servirnos de ilustración para
la Conciencia, nos permitirá saber que nosotros cargamos
ese error en la parte oculta que no se ve. Vean ustedes cuán
útil es una escuela esotérica, una de regeneración.
Esta
es una escuela de regeneración, más somos tontos
cuando dejamos la escuela y nos vamos de "pinta"
buscando una humanidad ideal. ¿Dónde la van
a encontrar, en qué parte del mundo? Imposible ¿verdad?
Hay una Humanidad Divina, sí, pero no es la humanidad
corriente, no. Me refiero en forma enfática al Círculo
Consciente de la Humanidad Solar, a ese Círculo que
opera sobre los Centros Superiores del Ser. Esa es la única
humanidad que yo diría, ideal.
¿Pero
cómo vamos a llamar ideal al hijo del vecino? ¿Cómo
vamos a llamar ideal a Pedro, a Juan, a Jesús, a Jacinto,
José, sin embargo todos son necesarios. Los errores
del vecino pueden ser muy útiles para nosotros, podemos
utilizarlos como indicación. Si yo descubro que el
hermano fulano de tal está lleno de envidia, pues debo
ser un poquito reflexivo. ¿Estoy censurando la envidia
de fulano de tal? El hecho de que este censurando la envidia
del hermano fulano de tal, indica que yo la tengo en las profundidades
de mi Conciencia, en esa parte que no se ve. Ahora bien, hay
que saber quién es el que censura. ¿Quién
es el censurador? ¿Cuál es el "yo"
de la crítica? Vale la pena que le hagamos la autopsia,
que lo reduzcamos a polvareda cósmica. Hasta aquí
esta plática, mis queridos hermanos. Ahora pueden si
ustedes quieren preguntar, pueden hacerlo con entera libertad.
P.-
¿Qué podría explicarnos sobre las Gorgonas?
R.-
Las Gorgonas, ¿qué quieres saber sobre las Gorgonas?
¿No acaso habló Virgilio, el poeta de Mantua,
en la Eneida? ¿No habló acaso de las Gorgonas
el Dante Alighieri en la Divina Comedia? ¿Qué
quieres saber tú sobre las Gorgonas?
P.-
¿Qué son lo que significan?
R.
Las Gorgonas, con sus venenos gorgoicos, no son otra cosa
sino las Tres Furias que nos habla Virgilio en su Eneida.
Allí sí, allí están, sí
-yo lo digo-, las Tres Furias, las tres Gorgonas, ahí
están terribles. En el Esoterismo Crístico podríamos
llamarla a la primera, Judas -el demonio del deseo-, a la
segunda podríamos llamarla Pilatos -el demonio de la
mente-, y a la tercera podemos llamarla Caifás -el
demonio de la mala voluntad-. ¿Que las decapitó,
quién? ¿Perseo, con la espada flamígera?
El lo hizo, ahora lo que importa es que cada uno de nosotros
decapite a las tres Gorgonas que lleva dentro. Ellas pertenecen
precisamente a ese lado oculto de sí mismo, a ese lado
que no se ve. ¿Hay alguna otra pregunta, hermanos?
P.-
Cuando usted mencionaba eso del código moral, se me
ocurre que puede existir el peligro de que convirtamos la
Gnosis, -las enseñanzas gnósticas- en un código
"moral" que no comprendamos realmente la enseñanza.
Puede existir ese peligro también ¿no es cierto?
R.-
Así es, y veo que hay una marcadísima tendencia
en todos los hermanos del Movimiento Gnóstico a escribir
códigos morales. Y todos tienen la tendencia a que
esos códigos sean respetados, que todos quieren establecer
códigos morales en el Movimiento a fin de que la totalidad
de los hermanos se ajuste a esos códigos. A la larga
esos códigos resultan absurdos, rancios, torpes, se
convierten -dijéramos- en botellas dentro de las cuales
queda la mente embotellada. Entonces viene el fracaso en el
trabajo de la disolución del Ego. Sucede que en este
trabajo hay que hacer cosas que parecerían inmorales,
tiene uno que salirse a veces de ciertas normas a las cuales
todos están sujetos.
Sucede
que cuando uno cree que va muy bien, va muy mal. A veces cuando
los demás piensan que uno va malísimamente,
es cuando mejor va. De manera que camino es así. Hay
mucha virtud en los malvados y mucha maldad en los virtuosos.
Hay peligros tremendos, cualquiera puede meterse por un callejón
que cree es el correcto y se aparta del Real Camino y lo lleva
al fracaso.
Así
pues, ¿de qué sirven los códigos morales?
¿de qué sirve la moral convencional de las gentes?
Mejor es que nosotros marchemos de acuerdo con los principios
de la Sabiduría, que debemos encontrar dentro de nosotros
mismos, aquí y ahora. ¿Alguna otra pregunta?
P.-
Maestro, ¿tampoco tenemos mandamientos aquí?
R.-
Pues cada cual debe de seguir tales o cuales mandamientos.
Las gentes tienen tantas cosas, han inventado tantos dogmas
a través de los siglos que realmente si uno se pronunciara
contra todas sus normas, a lo único a que se expondría
es a ser apedreado en la plaza pública. En esto lo
que sirve es el discernimiento, la auto-exploración
de sí mismo, la auto-observación psicológica,
conforme uno se valla auto-observando va viendo lo que quiere
y va procediendo de acuerdo con lo que necesita, con lo que
debe ser, con lo urgente, de nada sirve que estemos siguiendo
códigos de moral convencional, mas sirve la auto-observación
de sí mismo, eso es lo que debe orientar, vernos, vernos
y vernos y seguirnos viendo y proyectar la Conciencia una
y otra vez sobre ese lado oculto de sí mismos, sobre
ese lado que no se ve, eso es lo que sirve, ¿lo demás?
¿Lo que digan los códigos? "¡vale
sorbete!" ¿A ver alguno más...?
P.-
Maestro, nosotros que somos instructores y tenemos que apoyar
la sabiduría gnóstica, por ejemplo, a veces,
en la Biblia, en ese mandamiento de no adulterar, y todos
los demás sobre la Ley de Moisés, entonces digamos
si no nos apoyáramos ahí, como usted se ha apoyado
en muchas de sus obras, nosotros estamos de acuerdo en qué
los códigos están pasados, pero ¿sirven
esos mandamientos por ejemplo, en apoyo a nuestros discípulos?
R.-
De nada sirven todos esos dogmas, lo único que le sirve
a uno en la vida es auto-observarse psicológicamente.
Bien sabemos nosotros que debe transmutar su energía
creadora, no porque se diga no fornicar, sino sencillamente
por observación psicológica, si uno comprende
que si transmuta su energía creadora consigue desarrollar
los fuegos espinales, consigue crear los Cuerpos Existenciales
Superiores del Ser, consigue transformarse y convertirse en
un Logos. Es cuestión de conocimiento maduro, directo,
es cuestión de observación propia, etc. Eso
del adulterio es repugnante, ¿quién no lo ha
dicho? Es decir, realmente el adulterio es horrible, pero
¿qué es lo que se debe entender por adulterio?
No solamente existe el adulterio sexual, hay otra clase de
adulterio, hay gentes que no adulteran sexualmente pero sí
adulteran doctrinas, hay gente que adultera la leche y le
echa agua para dañar los estómagos de los niños,
hay gente que adultera los frutos de la tierra, todos esos
que hacen injertos vegetales, son adúlteros, están
adulterando los frutos de la tierra, etc.
Hay
cosas en el camino ese de la ética que sorprenden,
no todos los casos que se han visto de hombres que se van
con otras mujeres o mujeres que se van con otros hombres son
adulterio.
Hay
casos de Ley, hay casos de Karma y la gente no sabe, que la
gente no sabe ni lo que es bueno ni lo que es malo, no entienden
esas cosas, ¿qué va a saber el dormido? ¿Qué
puede saber el dormido de lo que es bueno y de lo que es malo?
No quiero decir que sea recomendable que un esposo traicione
a la esposa, porque eso es absurdo, es adulterio, ni quiero
decir... no es recomendable que una esposa traicione al esposo,
eso es un crimen, eso es adulterio, pero no todos los casos
son adulterio, hay casos kármicos para el uno o para
el otro.
Con
esto que digo podría suceder que las gentes inmaduras,
dijesen: "bueno, yo dejo a mi esposa y me voy con aquella
porque, es correcto, es cuestión del Karma", siempre
existe la tendencia pues, a agarrar la sabiduría y
a acomodársela a su modo, cada cual quiere acomodarse
la doctrina a su modo, para justificar sus delitos. Son pocos
los que saben ser imparciales, las gentes son parciales por
naturaleza, por instinto, de la parcialidad lo único
que resulta es el error, de la parcialidad resulta -dijéramos-
la falta de consideración para con el prójimo,
cuando uno es parcial no sabe relacionarse con los demás,
ve en otros los defectos, critica los errores de otros, pero
no se le ocurre pensar que ese error lo carga dentro, en la
parte aquella de sí mismo, esa parte que no se ve.
Hay
que ser un poquito más maduros y salirnos de tantos
códigos y de tantas morales, volvernos revolucionarios,
luchar por el camino de la Rebeldía Psicológica.
La mejor ética es la de aprenderse a ver a sí
mismo, cuando uno se ve a sí mismo sabe qué
le falta y qué le sobra y tiene inventario correcto.
Cuando uno no se auto-observa sino que se deja guiar por los
códigos rancios de moral torpe, no sabe ni qué
le falta, ni sabe qué le sobra, cree tener lo que no
tiene y lo que no cree tener eso tiene, pero la auto-observación
psicológica es maravillosa porque le permite a uno
saber qué le falta y qué le sobre, necesitamos
iluminar más el fondo desconocido de sí mismos,
como les dije, hasta ahora vivimos en una pequeña fracción
de sí mismos, en una pequeña parte de sí
mismos, en un retrato de sí mismos, no hemos aprendido
pues, a vernos verdaderamente tal cual somos, necesitamos
aprender a vernos mejor, auto-observarnos.
P.
Maestro, pero yo no me refería a esos mandamientos,
sino a los mandamientos que tiene la Gnosis porque yo no los
conozco, es decir, como los mandamientos que tiene según
el catecismo católico la santa madre iglesia: el primero,
oír misa entera los domingos y fiestas de guardar,
el segundo, comulgar como lo manda la santa madre iglesia,
el tercero, ayunar como lo manda también la santa madre
iglesia, el cuarto, comulgar por pascua florida y el quinto,
pagar diezmos y primicias a la santa madre iglesia, yo pensaba
que aquí también había algunos mandamientos
por el estilo, los cuales yo desconozco o no los hay, a eso
me refería yo.
R.-
Pues, pueden existir algunos mandamientos en la Gnosis, mas
podría también suceder que esos mandamientos
si no son debidamente comprendidos se convirtieran en normas
frías, dentro de las cuales cae embotellada la mente
y entonces vendría el estancamiento, hay que salirnos
de toda clase de estancamientos y aprender a vernos a sí
mismos tal cual somos, solo por ese camino podemos marchar
de verdad hacia la liberación final. Se necesita tener
un buen juicio, un buen sentido de discernimiento y no olvidar
jamás la auto-observación psicológica,
tender siempre a auto-observarse, eso es lo mejor. ¿Alguna
otra pregunta hermanos? Con toda libertad habla hermano..
P.-
Cuando uno no comprende una cosa la convierte en un código
por su propia insuficiencia para comprender, así uno
puede ilustrar el caso de los Evangelios, cuando los judíos
de los Evangelios criticaban a Jesús porque El curaba
los sábados, curaba los sábados y entonces la
ley decía que el sábado había que descansar
y lo criticaban de que estaba haciendo mal, ellos vivían
de acuerdo a la ley pero no la comprendían...
R.-
Vivían de acuerdo a la ley pero no la comprendían,
hacía cosas Jesús que parecerían inmorales.
Curar en día sábado cuando en día sábado
estaba prohibido, a El no le interesaban los códigos,
al Gran Maestro le interesaba el Amor, curar al enfermo, el
sábado o el lunes o el día que fuera pero curar,
porque absurdo e injusto es pudiendo curarse a un enfermo
no hacerlo, eso hubiera sido más injusto. Desgraciadamente
las gentes no saben ver el camino como se debe ver, las gentes
quieren que el iniciado marche de acuerdo con las normas establecidas,
si alguien viola las normas ese alguien es mal criticado,
así son las gentes, por tal motivo, las gentes permanecen
petrificadas en el tiempo...
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